50 ANIVERSARIO DE LA CORONACIÓN DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO.

PATRONA DE POZOHONDO

1961 - 2011

jueves, 6 de agosto de 2009

Ntra. Sra. de Consolación. Montealegre del Castillo.

Imagen de Ntra. Sra. de Consolación, obra de José María Ponsoda.

Montealegre celebra sus fiestas en honor a su patrona a mediados del mes de agosto, con incidiendo con la celebración de la Asunción de la Virgen María, la localidad festeja a su Virgen con la traída al pueblo desde su Santuario, situado a escasa distancia de la población y donde la imagen de la Patrona pasa el resto del año.
Los actos comienzan el día 14, con la conocida como "la traída de la Virgen", acontecimiento que en los últimos años se a convertido en el momento más multitudinario de las celebraciones. En el la imagen acompañada de las autoridades y todo el pueblo de Montealegre llega desde el conocido como Llano de la Consolación, hasta la Parroquia de Santiago Apóstol, donde permanecerá hasta el final de las Fiestas.
El día 15 tiene lugar en dicha Parroquia la Misa solemne, y las populosas Ofrenda de Flores y Procesión.
El que sigue es el relato de la aparición tal como aparece en un novenario realizado por D. Dámaso Alonso Ramirez, sacerdote de Montealegre, y fechado en Yecla en 1870.

"Una mañana de los primeros días del mes de Marzo del citado año 1605, salió de madrugada Jamet, en cumplimiento del cargo que tenía en la casa de su Señor, a apacentar la ganadería Caballar, dirigiéndose al Sur de la Población y sitio próximo a la cordillera de los montes denominada Arabinejos. Lo pintoresco del cercano monte poblado de gigantescos pinos a cuyo pie se acercaba Jamet, y la frondosidad del bosque cuajado de retamas que le precedía, convidaba agradablemente a éste sencillo Esclavo a permanecer en él para pastar su ganado: y aceptada esta invitación que le ofrecía la naturaleza, y mientras éste por aquí y por allí buscaba su apetecible alimento, Jamet abismado en serias reflexiones se hallaba al lado de una grande retama, cuando he aquí, que repentinamente sobre ella se le aparece la Reina de los Cielos María Santísima, radiante en luz celestial que eclipsaba la de aquel Astro matutino que principiaba ya a apuntar por el horizonte. Asombrado a la vista de aquella Visión Celestial, queda estático y embargada su voz por las dulces emociones que en confuso tropel se agolpaban a su Espíritu; y cual otro Moisés, largo tiempo hubiera permanecido en la contemplación de esta Maravillosa Zarza, a no haberle sacado de su dulce arrobamiento la melodiosa voz de la Santísima Virgen, que según la tradición, le dijo con semejantes palabras: “Ve a Montealegre y anuncia a sus moradores lo que has visto; añadiendo, que la Madre de Dios quiere le edifiquen un Templo en este sitio que ha elegido para su morada, y ser el refugio y consuelo de ellos en todas sus necesidades: Tú recibe el Bautismo tomando por nombre Juan el Bautista” ¿Y quién soy yo, Señora, le respondió el Esclavo, para ser creído? Soy un humilde siervo de la más inferior condición, y esta cadena que arrastro, suficiente da a comprender que serán desechadas mis palabras. “No temas, le contestó la Santísima Virgen, que yo que te envío estaré contigo, y en confirmación de tus palabras lleva esa señal” y diciendo esto rompe el grillete y cadena que aprisionaban al Esclavo, y con esta libertad y señal que pone en sus manos parte hacia la Villa, como otro Jonás a Nínive, no para anunciar las calamidades como aquel Profeta, sino grandezas y misericordias divinas. Al oír el pueblo la narración del Esclavo duda al pronto de su veracidad; pero al hacer atención a la mutación obrada en su semblante, al inspirado lenguaje superior e impropio de su condición social, y sobre todo, al ver rotas las señales de su esclavitud que les mostraba en testimonio de sus palabras, se desvanecen las dudas y en confuso tropel salen sus Sacerdotes, sus Autoridades, sus ancianos, jóvenes y niños de todos sexos y condiciones, y en alas de su corazón y deseo por contemplar a la Emperatriz de los cielos y la tierra, salva cada cual lo más pronto que le es posible los dos kilómetros, o sea, cuarta de legua de distancia que los separa del sitio de la aparición. Allí llegados, vieron y contemplaron todos con júbilo indescriptible sobre la retama a la sagrada Imagen que hoy se venera dejada por la Santísima Virgen, rodeada de iguales resplandores que en su aparecimiento al Esclavo; y en entusiasta y religiosa procesión fue conducida a la Iglesia parroquial, fabricándose acto continuo una pequeña capilla provisional, y después el magnífico Templo y Hospicio que hoy se admira por su sencilla belleza, en el mismo sitio de su aparición.

No hay comentarios:

Publicar un comentario